SENSACIONES DEL TARTÁRICO
El ácido tartárico es blanco como la nieve, sus cristales son brillantes y su color puro, blanco cristalino con brillos que reflejan la luz. Cuando lo tienes entre las manos se desliza por ellas como la arena del desierto, como el azúcar en grano, sientes cada grano como acaricia tu piel suave y continuamente, es frágil y delicado, su textura es sencilla y delicada. Si lo acercas al oído y cierras los ojos puedes escuchar atentamente como los granos se van deslizando y amontonando, es un sonido sereno, constante y delicado, casi como un susurro. Tras toda esta delicadeza lo puedes terminar de observar por medio del gusto y .... es ahí, justo ahí cuando la explosión del sabor inunda el resto de los sentidos, los pequeños granos de ácido se deslizan en la lengua, se derriten y generan una salivación extrema en la boca, haciendo cerrar los ojos, para experimentar esa sensación intensa y fuerte de pureza, de acidez rica, ese escalofrío recorre todo tu cuerpo y pone el pelo de punta mientras cierras los ojos. Es el sabor del ácido puro, ese que experimentas cuando comes chucherías de las buenas con sidral del auténtico, es algo único que merece la pena experimentar.
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